Una sensación casi cotidiana, que a cualquiera le es familiar, es aquella que consiste en tocar una superficie de plástico, goma o incluso la piel de otra persona y sentir esa fuerza de repulsión que emana de ella y, ante el contacto directo y puntual, una sensación de chispazo eléctrico. Un chispazo casi doloroso por atreverse a romper esa fuerza natural que parece querer expulsar a toda costa a cualquiera que se acerca, pero aún así algo cierta y confusamente placentero en la electricidad instantánea, como si hubiera una tormenta eléctrica de magnitud de nanómetros.
Sí señoras y señores, otra analogía entre la física, particularmente una de mis energías preferidas, la eléctrica, y las relaciones amorosas.
Es prácticamente espontáneo reírse ante la magia de una verdadera chispa que aparece de la nada. Las cargas son invisibles y caminan desapercibidas a nuestro alrededor, bailando por el aire o acumuladas todas juntas como el agua en un cubito de hielo o la gente en el subte a las 5 de la tarde. Sí, puede estar buenísimo en realidad, pero hay que superar una fuerza, sí, hay que tener mucha chocolatada para romper esa barrera invisible, para saltar a la pileta estando completamente sequito y casi con calor para meterte en un agua que te va a acuchillar del frío como la boca de un tiburón en la Antártida.
¿Quién puede ayudar a superar esa fuerza que evita la instantánea, ilógica y picarona magia entre dos cuerpos? En los sistemas biológicos, ése es el concepto de una enzima, aunque los libros no usan esas palabras para explicar el concepto (No da hablar de Biología Celular o Bioquímica como si fuera un chiste, no le daríamos lugar en el mundo a las Ciencias Sociales que bailan alrededor de fogatas adorando a políticos, economistas y artistas que se caracterizan por sus comentarios agudos en voz alta en el fondo de la clase). En la vida real, el movimiento de un brazo para agarrar una de esas sillas blancas de jardín puede ser más veloz que la velocidad de reconocimiento de las cargas alrededor de la silla, paradas como los arqueros en una torre. En un grupo de gente, los amigos cool que se encargan de armar estrategias para que se den las situaciones apropiadas y "espontáneas". Los amigos, enzimas encargadas de catalizar una reacción para aumentar la velocidad de una reacción que libera energía. Es inevitable pensar en algo que no tiene respuesta y encontrar cierta analogía con algo cuantificable o científicamente comprobable.
Si tan sólo pudiera saber en qué sentido va una reacción bajo condiciones normales de presión y temperatura.
domingo, diciembre 20
Sustratos y Productos
Publicado por Yay en 1:35
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2 comentarios:
El dilema de la enzima que cataliza una reacción termodinámicamente desfavorable...algo así como abrazar una hiena. Hay que tener cuidado de a que reacciones queremos potenciar, claramente.
Muy bueno el programa.
Nos enseñan desde niños que el contacto directo con la electricidad puede llegar a matarnos. Quizás este tipo de situaciones sean simplemente un aviso de nuestro cuerpo energético diciéndonos "nop, aléjate de ahí". Digo... quizás sea tan solo un augurio del cual nosotros nos reímos.
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