Existen múltiples sensaciones displacenteras. Si hubiera que escribir un libro dedicado a las sensaciones humanas, el "Displacer" requeriría por sí mismo un tomo e incontables capítulos y subcapítulos (Desde displaceres gruesos, finos o incluso displaceres placenteros, como el dolor luego de rascarse con mucha fuerza en el lugar donde hubo una picadura de mosquito). Es muy dificil hablar de "Lo mejor en el mundo es" o "No hay nada peor que". Está sujeto a mucha subjetividad, para no mencionar que hay situaciones cuantitativamente similares en su nivel de molestia, cuando en realidad abarcan campos completamente distintos. Y, después de todo, ¿De qué hablamos cuando hablamos de placer o sufrimiento? ¿Algo puramente físico o algo puramente emocional? En ese caso, sería casi sensato suponer que el peor de todos los dolores es aquel que incluye ambos, como la ansiedad o depresión expresada en un dolor de estómago.
Este blog no pretende justificar con la mayor objetividad posible el top 10 de las mejores formas de sufrir, y poner fotos para cada uno (Un dentista con el torno en un paciente sin anestesia, un examen de próstata). Sólo voy a hablar de uno que es más habitual de lo que parece, que muere en silencio en el corazón del que lo padece y que viene acompañado de desilusión, soledad y una gran sensación de impotencia.
Ver los labios de aquella persona que te gusta, charlando, conversando, riendo, pensando en cualquier cosa menos al esqueleto de la persona quien lo mira, en silencio, sonriendo para camuflarse con el medio, probablemente mordiendo el sorbete de su bebida o jugando con sus uñas, y con toda la energía necesaria enfocada en contener el impulso de saltar hacia él. Guau, realmente eso requiere mucha fuerza, como la del que empieza el gimnasio y se hace el duro con una pesa de 7 kg. Es bastante parecido a tener mucha sed en un día de calor bajo el sol en Avenida Corrientes y no tener plata para una botella de coca cola como el que toma en la propaganda justo por donde estás pasando. En ambos casos, se te secan los labios y te creés capaz de cometer un delito. Imágenes mentales de saltar sobre una mesita de café y avalanzarse sobre un muchacho más que sorprendido y paralizado, frente a los amigos que están en shock por unos segundos y luego entran en risas y burlas sobre ese agresivo incidente aparecen ante los ojos y hay que considerar, con mucha fuerza, los pros y contras. ¿Somos como animales? Entonces podemos controlarlo. ¿Vale la pena controlarlo? No queremos que suceda así.
Porque queremos que esa persona nos mire igual, queremos que el deseo sea mutuo. Cualquier otra cosa es sólo hacer trampa.
viernes, diciembre 25
Frustración
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1 comentario:
Morder en el cuello a la persona de tus deseos para que comparta la eternidad con vos tb es cheat, aclaro por las dudas.
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