sábado, marzo 26

Laberinto

En la literatura y el teatro existe este gran género de la tragedia. Héroes y antihéroes desgarrándose las túnicas, ardiendo en el Infierno, gritándole a los dioses por el horror de lo que ha acontecido en su vida y el destino y el azar y oh el drama. No vamos a decir que no es muy entretenido y bello en su propia manera; como tantas cosas que lo son en el mundo de la ficción y el arte.

Por supuesto que es ficción. Es decir, sería mucho más práctico que Romeo no se enamore de Julieta, hija de los Capuleto, su familia enemiga, y terminara saliendo con alguien menos complicado. Obviamente alguien no elige de quién se enamora, ¿pero qué clase de amor era ése? No hablaron mucho de sus intereses y actividades en el tiempo libre, al menos no en la obra de teatro. Capaz estaban más enamorados del drama que de otra cosa. Al final Otelo termina matando a todos porque tenía miedo de que su esposa le fuera desleal... creando la infidelidad en su mente, el único que se creó el problema fue él.

Hermosas las tragedias mientras sean sobre un escenario, pero más irritante que café sobre úlcera es el melodrama en la vida real; y no me refiero a las desgracias que le ocurren a alguien, generadas por el mal tiempo, terremotos o voluntad divina, sino a aquellos problemitas mediocres que la gente va creando a sí misma, problemas con una solución tan OBVIA que me hace admirar a los psicólogos por no tirarle una estatuilla de Freud por la cabeza a la manga de neuróticos sentados en su diván. Observar desde la altura cómo la gente corre en un círculo que siempre lleva al mismo lugar y nunca cambia su paisaje y ver cómo de alguna manera lo terminan eligiendo para luego llorar por la desgracia del escenario... Situación que no sólo es masoquista ni estúpida, sino completamente predecible.

Los únicos laberintos que vale la pena recorrer son aquellos en los que hay una firme intención de salir de ellos y ninguna incertidumbre ante la pregunta: "¿Me interesa salir de acá? ¿O prefiero quedarme y vagar por siempre?". Porque, mientras la respuesta sea un balbuceo o una suma de cosas que se contradicen, no vale la pena quedarse a mirar.

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