viernes, junio 20

Ingenuidades

Hay muchos motivos por las cuales una chica decide recurrir al peculiar y mágico mundo del arte de la estética femenina; grandes cantidades de dinero y/o tiempo gastadas (no, "invertidas") en ropa, considerando en este amplio grupo el calzado, abrigo, botas, remeras, pantalones y polleras, bufandas, guantes y una gran selección de cosas que se encargan de vestirnos con la intención de separar con mucha cautela y precisión el delgado límite entre la desnudez y la elegancia, o nuestra salud, ya sea tanto la salud realmente importante (como, por ejemplo, no morir de cáncer) o como aquella que en realidad no le importa a nadie más que a nuestro espejo (índice de masa corporal, dientes, piel, cabello y maquillajes).
Entre aquellas razones misteriosas y, al mismo tiempo, terriblemente obvias, se encuentran los clásicos argumentos; Vernos más presentables nos hace sentir más seguras, nos ayuda a mantener una relación entre quiénes somos y quiénes queremos ser, y llenan con entretenimiento sencillo (y al mismo tiempo muy complejo) el pequeño vacío que existe entre la rutina y el descanso, análogamente a cómo cualquier deporte (cuánto más barro y potencial sangre fluyendo activamente por cualquier parte del cuerpo, mejor) o auto (la cantidad de caballos de fuerza es directamente proporcional al aumento de testosterona del hombre que posea el automóvil en cuestión) lleva al hombre a sentirse, en efecto, más macho.
Pero hay una razón oculta, una razón de la cual nadie habla, que va más allá de nosotras mismas.
Tenemos la vaga ilusión de que teniendo aquel par de botas o un buen delineador líquido, aquel chico que nos interesa deje a su novia, su trabajo o su auto.
Como si ellos siquiera notaran que la campera que estoy usando hoy es nueva o que me planché el flequillo. Como si simplemente se interesaran por mi carisma y la adecuada coincidencia de colores entre mis zapatos y mi cartera, y tan así sencillamente entenderían que, en realidad, somos almas gemelas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

manolo blahnik, por el amor de dios. (y del mundo de la moda)

El Otro dijo...

lo malo...
es que a veces nos pasa
si, somos tan superficiales a veces.
Bue, yo no se
dependo
soy un tipo raro
pero conozco gente que si
siempre que en ala gemela entre tambien personaparacojercontinuamente

 

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