sábado, febrero 23

El amor y su ciencia [nuevamente]

El ser humano, como muchos autores han dicho y yo firmemente creo, contiene tres aspectos que lo integran y completan. En primer lugar, el hombre es un ser biológico. Tiene vida y forma parte del Reino Animalia, donde convive a distintas clases de animales, teniendo en común con ellos y con las especies de los distintos reinos las necesidades básicas de supervivencia, como alimentarse y reproducirse. El instinto, el salvajismo y la sexualidad son componentes claves del comportamiento humano en este aspecto.

En segundo lugar, el ser humano es un ser racional. Utiliza la lógica y el razonamiento para encontrar una verdad, conocer y explicar. Posee una inteligencia diferente a la del resto de los animales (y no me cabe la menor duda que también posee una estupidez particular) que le permite comunicarse y ser parte de una sociedad.

Por último, y más cuestionable, el ser humano es un ser espiritual. Hemos sido creados de una manera misteriosa por una entidad divina, y a través del origen del hombre se ha intentando conectarse con dicha entidad, adorándola ferventemente, confiando las vidas, los secretos y las almas, con la confianza de que existe otra vida, una recompensa más allá de la vida en el sentido biológico de la palabra.

Hasta acá pueden creer lo que quieran; Yo expongo mi teoría, y pueden aceptarla, adorarla y venerarla, o estar en desacuerdo. De todas maneras, es usando esto como base que lograré llegar a una conclusión bastante razonable que puede explicar mis recientes humores.

El amor. Tema que abunda ultimamente mi blog y ocupa bastante tiempo de mi pensamiento. ¿Existe realmente? ¿A qué se parece más, a la Antigua Grecia, que tuvo lugar en el espacio y el tiempo, o al Ratón Pérez, una mentira inventada por nuestros padres para hacernos creer que el mundo no es realmente un lugar tan cruel? Sea espartano o fanático de los dientes, creo que el amor romántico, de una persona a otra, debe sentirse en los tres aspectos del ser humano. En primer lugar, debe estar conectado a la sexualidad; debe haber una atracción animal muy fuerte que una persona siente hacia otra. Es una cuestión tanto biológica (mantener a la especie mediante la reproducción) como física (ósmosis, magnetismo), sin subestimar a la química (hormonas y feromonas). Inmediatamente después, debe haber una correspondencia psicológica, en la que mediante el razonamiento aquella persona que se ve atractiva cumple con ciertos requisitos conscientes e inconscientes que nos permiten saber con cierta certeza que se trata de un sujeto adecuado con el cual formar una pareja. Y, en tercer lugar, pero no menos importante, está la conexión psíquica; el sexto sentido que conecta cosas más allá de los hechos tangibles que indica una cohesión de las almas. Es, principalmente, un sentimiento de conexión espiritual, mucho más fuerte que cualquier Avada Kedavra o Expelliarmus. Este aspecto es el más complicado de apreciar o percibir, considerando, especialmente, que la mayoría de las personas está tan concentrada en el cigarrillo de sus ceniceros como para poder perder el tiempo pensando en algo más que la ciencia y el mundo empírico.

Además de los tres aspectos que, en caso de ser acertados, indican el estado de correcto enamoramiento de una persona por otra, están también los factores externos que sitúan a los sujetos en un mismo espacio y tiempo, cruzando sus caminos. Ellos son, tanto uno como el otro o una extraña combinación de ambos, el azar y el destino, incluyendo a toda la magia posible presente en el aire (o perfumes importados o vasos de alcohol que pueden influir terriblemente en alguien, todos lo sabemos) que nublan el estrellado cielo de los corazones y llevan a los barcos de Cupido a estrellarse contra las rocas por el vaporoso faro que no alumbra con certeza. Sean estos factores ayudantes del amor espiritual o sencillamente cosas que andan sueltas por la vida, existen y no dejan de volver locos a los románticos que componen canciones con sus guitarras en los campamentos.

Por no mencionar los mínimos detalles, está el hecho de que aquella persona que nos atrae en estos tres aspectos, se sienta atraída inmediatamente por nosotros, en esos tres también; no hace falta decirlo, la unión covalente está establecida y sólo hace falta un iceberg en el medio del Titanic para hundir semejante flechazo.

Pudiendo esta teoría tener o no, a su criterio, fallas de algún tipo o anomalías en la hipótesis principal, esto explica el fracaso de las relaciones, o la abundancia de ellas, cuando aparentemente es tan complicado lograr algo tan sagrado. Está el caso de las parejas hormonales, unidas por el instinto de reproducción, que se aman sólo por las mariposas en el estómago, y ahí terminan las semejanzas. Por otro lado, están las parejas formadas por compatibilidad psicológica, como el dominador y el sumiso, que se corresponden mutuamente en una relación donde uno manda y el otro obedece (no necesariamente en el sentido sexual). Luego están las parejas más civilizadas, unidas por el amor hormonal y racional, más sensatas, pero que pueden, a la larga, dejar de sentir la magia, o sentir todo lo sentido por otra persona que se cruza, un tercero inocente, cortando la perfección del panorama. Y no olvidar a los psicópatas obsesionados con el esoterismo, o incluso a las románticas aficionadas a películas de Kate Hudson, siguiendo las señales del destino y mensajes de los ángeles, sin darse cuenta de que el tipo que tienen al lado es odioso y desearían matarlo.

Y también, con este razonamiento, es posible explicar porqué tenemos ciertos flechazos instantáneos, que duran segundos, en los que la sangre hierve, el cerebro explota y el alma salta. Un conjunto de síntomas más allá de lo medible en un electrocardiograma, una sensación de saltar sobre el mismo esqueleto, en el que conociendo a una persona sabés que sería, en alguna dimensión mágica donde él siente lo mismo, la indicada. Aquella persona tan poderosa que tiene a su disposición tu alma, tu felicidad y tu destino.


Deliré. No puedo explicar lo que siento y sonar una persona racional o no obsesiva y estúpida. Sólo los que vivieron lo mismo que yo podrían comprenderlo.

No sé cómo seguirlo, posteo por pedido de Pato. Chau.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://community.livejournal.com/ohnotheydidnt/20778460.html#cutid1

Sé feliz, Aye

Ariel dijo...

Aye, te tengo que contar algo que soñé anoche.
Me di cuenta que no tengo ganas de tipear, asi que lo resumo; soñé que eramos novios y tu vieja era Kristina y nos hablaba y yo por algún motivo la trataba re bien.

 

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