sábado, noviembre 13

Estasis

El pensamiento lógico nos dice que lo contrario a hacer algo es no hacer nada. Si las ciudades se derrumban y se construyen edificios, alguien está haciendo algo: las hormigas van de un lado a otro cargando pequeños pedacitos de hojas miles de veces más grandes y pesadas que sus cuerpecitos negros brillantes y así se formó una civilización hormiguera con reinas y obreros. Pero, aunque haciendo algo pasen cosas, sería falaz asumir que sin hacer nada, nada suceda. No se me podría ocurrir cómo ése pensamiento puede estar más equivocado.

Quedarse quieto lo hace todo. No sólo te salva del ataque de un perro rabioso, tal vez. La estasis en un vaso sanguíneo te puede formar un trombo que te lleva a un dolor en el hombro izquierdo y el pecho. La inactividad te puede cerrar una cuenta de hotmail. El silencio ante una pregunta delata tu ignorancia o búsqueda de palabras que eviten la respuesta sincera. Si estás sentado en el patio de tu casa, mirando el cielo por un buen rato, capaz incluso te dormís ahí y después te despertás, cuando llegues al espejo vas a estar rojo porque los rayos UV te dieron en todas las células y los melanocitos no tuvieron tiempo de hacer ese producto bronceado que tan top le queda a la gente. Si ponés un plato con comida fría en una caja inerte, común y corriente, y la dejás ahí -esa caja podría ser, no sé, un microondas por ejemplo-, a los 3 minutos la comida sale caliente, hirviendo, con un hilo de aroma danzando por arriba como una serpiente ante la música de la flauta de alguien en algún país lleno de arena. Podrías mirar fijamente por el vidrio del microondas, y no hay nada. No hay fuego asando la comida, no hay mortífagos apuntando con una varita, en el medio no hay, no hay nada. Pero algún tipo de energía hay, claramente, algo microscópico que escapa nuestro límite de resolución, soldaditos de ondas electromagnéticas jugando con las moléculas frente a nuestros ojos, y no hay, de hecho, nada que podamos hacer.

Si hacés algo, podés cambiar absolutamente todo. El más mínimo aleteo de una mariposa puede causar un huracán en el otro lado de la tierra, y para ser algo lo suficientemente exagerado literalmente, es extremadamente acertado para las metáforas que se aplican a la vida real. Andá, sí, andá y decile que no querés ser la amiga y que lo amás. Un día tu amigo, al otro día, quién sabe. Una palabra, lo cambió todo.

Pero, si no hacés nada, si sólo te sentás, en la sombra, en el sol o bajo el techo de tu casa frente a la ventana, mirando el espacio, dejando pasar las horas, los días, los años, sólo leyendo libros, viendo televisión, con una aceleración igual o distinta de 0; unas ondas de longitud inmesurable bailan por nuestro ADN, por los canales dependientes de voltaje de todas nuestras neuronas, con los electrones y protones y, ¿Por qué no? también neutrones, están ocultos con una capa invisible y cambiándonos constantemente, sin dejarnos ser, y justamente así, haciéndonos lo que somos. Es el tiempo; alguna vez algún niño en segundo grado lo dibujo como una línea recta con números arriba. Más tarde, ese niño se hizo un guionista de Lost y - bueno, no sé en qué terminó realmente -, pero sé que la cosa terminó con osos polares y una isla y no sé qué pasó con Walt o por qué Ben Linus no se quedó en esa fiesta en el Limbo con los otros.

El tiempo, el tiempo. Un Superman volando alrededor de la Tierra a la velocidad de la luz, alterando todo lo que somos. ¿Cómo es que hace un año yo era una persona completamente distinta? No me pasó nada traumático. No tuve una experiencia cercana a la muerte. No me habló un ángel en sueños. No comencé a experimentar con drogas. La aceleración se mantuvo en 0. ¿Y qué pasó?

Quizás éso es lo traumático de envejecer. Creo que en el fondo todos pensamos, cuando éramos niños (infantes, púberes o adolescentes, creo que todo eso va en la misma categoría), asumimos que, como no habíamos hecho nada y seguíamos siendo chicos, si seguíamos sin hacer nada, así seguiríamos siendo. La gente adulta con trabajos e impuestos por pagar, la gente vieja que anda con bastones, bueno, ellos realmente no fueron niños; era lo que les tocó a ellos. Ellos hicieron algo para terminar así. Nadie deja de pensar que las mejores películas sean las de Disney y que no hay nada mejor que la Cajita Feliz de la nada; ellos eligieron eso y bueno, es su rol en la vida. Por suerte, a nosotros nos había tocado lo que estaba bueno - peloteros, Barbie World y los buenos capítulos de Los Simpsons. Hasta que un día te das cuenta que ya no sos un teenager, o que tus compañeros de la escuela que antes eran cool ahora son personas tristes, o que Andy en Toy Story se fue a la universidad. Y nadie hizo nada; dudo que alguien realmente haya querido cambiar. Pero, sin pedirnos permiso, pasó algo: el tiempo.

No tiene sentido correr. Es un ganador invicto. Lo único que queda es dejar de ver en el espejo esperando que aparezcan las arrugas alrededor de los ojos y los labios, levantarse de la silla y hacer algo.

1 comentario:

Alejandro Cabrera dijo...

Me gustó tu blog, lo voy a seguir ^^
Un abrazo :)

 

Free Blog Counter