miércoles, octubre 20

Pánico Escénico

Tal vez ya no andemos por un bosque en un planeta completamente congelado, lleno de nieve, lobos y osos, donde el más valiente de la tribu, oculta en una caverna con pieles de animales abrigadas, debe, con el fin de mantener la especie, enfrentarse a un animal con colmillos amenazadores, 4 patas que utilizará para correr y saltar sobre su enemigo y garras que le quitarán los ojos a cualquiera que se le acerque con nada más que toda la fuerza del espíritu y tal vez algo de pintura en el rostro para camuflarse con el medio. Sin embargo, se me ocurren miles de situaciones diarias, tanto vividas por mí como por mucha gente a mi alrededor en la calle, en medios de transporte, boliches o bares, donde la cosa no es tan distinta.

¿Pero cómo llega el hombre a enfrentarse a la fiera? O más bien, ¿Cómo se da en este mundo de entropía creciente con mucho calor, paros de subtes y smog que alguien se enfrenta a algo que puede inspirar tanto miedo y tanta alegría una vez superado lo peor? A veces me detengo a ver parejas por la calle y me pregunto quién habrá dado la iniciativa, en qué contexto, cuánto tiempo habrá llevado; debe ser admirado siempre aquel que puede dar el primer paso.

Asumo que todo comienza con un saludo, ¿no? Presentarse. Y no es nada extravagante, no es nada exótico; una persona saluda a cualquiera que vea recurrentemente en un contexto cotidinano, sea laboral, académico, del vecindario o de cualquier otro tipo. Sólo se necesita asociar la cara a un recuerdo anterior, evocarlo y de ahí, a partir de un saludo, tal vez hasta interactuar con palabras acomodadas en una oración dando un sentido. Nadie piensa nada malo de la persona que se acerca a alguien para decir "buenos días" o preguntarle cómo está, incluso comentar sobre el clima. Es sólo mínima interacción social, probablemente saludable.

Si tan normal es, ¿Cómo se explica la taquicardia, el rubor instantáneo y la boca seca a la hora de ver a esa persona tan atractiva, tan misteriosa, tan desconocida, tan ordenada en un punto del universo? Si saludar es tan cotidiano y tan sencillo, ningún chico saluda a una chica atractiva en el subte, de la nada. Ninguna chica se le acerca a aquél parecido a alguna estrella de rock en el gimnasio y le pregunta qué le gusta hacer en su tiempo libre. Y probablemente sea por un miedo irracional y desmesurado por parte del cazador: ¿Y si me rechaza? ¿Y si quedo mal? Pero saludar nunca queda mal, las intenciones son puras.

¿Lo son? Quizás todo el revuelo gira alrededor de que nuestras intenciones sean fácilmente deducidas por la otra persona. Sí, tal vez sólo quiera ir a tomar un helado frente a un lago en el atardecer; pero todos sabemos que al ponerse el Sol, llega la noche y al orden no le queda otra cosa más que corromperse, la entropía aumentar y parecerse, más que nunca, al comienzo de los tiempos, con cuevas, lobos, fogatas y preservar la especie.

1 comentario:

federiquin dijo...

Excelente puesta loca. Si todo fuera asi de facil le hablaria a medio vagon de subte todos los dias. Claramente mis intenciones siempre son poco camufladas con le medio, asi que creo que saludar bajo tierra no me favoreceria mucho.
Anyway, muy bueno lo que escribis. Me gusta tu estilo.

 

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